La carrera de enfermería es mucho más que una carrera; es realmente una vocación. Se necesita un tipo especial de personalidad compasiva, cabeza tranquila y fortaleza intestinal para cuidar de las personas en sus momentos de necesidad.
Más allá de los rigurosos requisitos de educación y pruebas, una gran carrera de enfermería requiere un conjunto especial de habilidades y rasgos de personalidad. A continuación, te compartimos las principales cualidades de una buena enfermera.
Empatía
El cuidado, la compasión y la empatía a veces se confunden como una misma cosa, pero hay una distinción importante. La empatía es la capacidad de escuchar y compartir realmente los sentimientos de un paciente. Para una enfermera, esto no significa que tenga que estar siempre de acuerdo con lo que piensa un paciente o su familia. Y para tu propia conservación, no necesitas interiorizar el dolor y el sufrimiento que puedan estar experimentando. Pero es muy importante que escuches e intentes comprender de dónde vienen.
Una gran enfermera puede hacer que cada paciente se sienta visto y escuchado, sin juzgarlo y reconociendo que cada individuo tiene su propio conjunto válido de valores, experiencias vitales y perspectivas.
Atención a los detalles
Cuando se trata de prestar cuidados médicos, la atención a los detalles es crucial. Incluso en el entorno más ajetreado, una buena enfermera debe ser detallista, asegurándose de que las instrucciones se sigan al pie de la letra, garantizando las dosis de medicación adecuadas y manteniendo registros precisos.
En el entorno de la atención domiciliaria, la enfermera es la coordinadora de los cuidados del paciente, orientada al detalle. Una buena enfermera será la primera en notar los cambios sutiles en la condición médica de un paciente y alertar a los médicos y otros miembros de un equipo de atención médica para responder de manera que pueda evitar un evento de salud adverso grave o una hospitalización innecesaria.
Capacidad de resolución de problemas
Del mismo modo, una gran enfermera ejerce un excelente juicio y puede pensar con rapidez para anticiparse a los problemas y abordarlos. Kathleen Pfeiffer nos dice: “Nunca hay dos pacientes iguales, así que una buena enfermera siempre está resolviendo problemas e intentando individualizar cuál es el mejor cuidado para cada paciente”.
Ser inamovible no es una de las cualidades útiles para una enfermera. Prestar una atención sanitaria excelente puede ser muy dinámico e imprevisible a veces. Una gran enfermera está dispuesta a ayudar y es capaz de ser flexible y adaptarse a cualquier circunstancia imprevista.
En el día a día de la prestación de cuidados sanitarios, a las enfermeras les corresponde a veces hacer malabarismos con los agitados horarios y las demandas que compiten entre sí, tomar decisiones tranquilas y responder a los acontecimientos inesperados con eficacia y, a menudo, encontrar formas creativas de marcar la diferencia para los pacientes en el limitado tiempo que puedes pasar con ellos.
Respeto.
La toma de decisiones en el trabajo puede ser un delicado acto de equilibrio, y cuando se trata de la enfermería, el respeto tiene mucho que ver. Independientemente de lo que ocurra, es importante que una buena enfermera respete los límites saludables y a todas las personas diversas a las que sirve y con las que trabaja.
Una enfermera que ejerce el respeto hacia todos sus compañeros de trabajo, pacientes y familiares recibirá lo mismo a cambio. Esta es una de las cualidades que se demuestra con un comportamiento profesional, una atención a las normas y a la confidencialidad, y una gran consideración por los deseos de cada paciente.
En el ámbito de la atención domiciliaria, cuando una enfermera entra en el hogar de un paciente, entra en su vida. Es crucial conocer a cada paciente y a su familia como individuos, y trabajar de forma respetuosa y discreta de acuerdo con sus deseos y horarios.
Deseo de seguir aprendiendo
Los conocimientos médicos y la tecnología avanzan muy rápidamente, por lo que una de las cualidades de una buena enfermera es que debe tener un auténtico sentido de la curiosidad para seguir trabajando en su desarrollo profesional, mejorando sus habilidades y aprendiendo cosas nuevas.